En el artículo que he elegido, escrito por el autor Gabriel Janer Manila, El rumor de los clásicos. Historias que fueron escritas para ser contadas, el escritor nos habla sobre la literatura infantil que durante miles de años ha sido contada oralmente. Se pregunta cómo contarían por primera vez los autores de obras infantiles sus historias, a través de gestos, expresiones, el ritmo de la voz, la mirada… Y nos habla de un rumor (ruido sordo continuado) que está dentro de esas palabras que pronuncia alguien cuando cuenta una historia, pero que solo podemos percibir cuando somos niños porque para ello hace falta imaginación.
En el interior
del artículo, Gabriel Janer Manila, cuenta las historias de algunas de las
obras infantiles que esconden un significado que los niños no alcanzan a ver
por su inocencia.
Alicia en el
País de las maravillas, una niña que representa la inocencia en el seno de la
corrupción y de la cual el propio autor está enamorado. La historia de Alicia
es muy parecida a la de la Caperucita Roja, una niña de 9 años inocente rodeada
de incesto, violación, canibalismo, voyerismo y fetichismo.
Una historia
diferente es la de Peter Pan, probablemente porque se escribió en el siglo XX y
se trataba de una época de desilusión y desencanto. En esta obra el niño deja
de ser inocente, Peter es listo, maleducado, impertinente y rechaza al hombre
adulto de la sociedad en la que se encuentra. Otro niño que no es para nada
ejemplar es Pinocchio, al igual que Peter Pan, Pinocchio es libre, revoltoso e inquieto.
La obra del Mago
de Oz, surge como la necesidad de pensar que somos mejores, representa un país
fantasioso donde se puede escapar de la monotonía y de la vida doméstica sin
enfrentarse a ningún peligro y conocer a criaturas de buen corazón como el
hombre de hojalata, el león cobarde y el espantapájaros.
Estos clásicos, aunque
estuviesen determinados por la época en la que se escribieron, pueden adaptarse
al tiempo en el que son leídos, ya que pueden integrar en sus voces el rumor
del tiempo.
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